Hasta ahora nos habíamos habituado a que la Ley de Moore, que afirma que la capacidad de nuestros ordenadores se dobla cada 18 meses, se cumpliera a rajatabla. Pero la realidad muestra que, utilizando la tecnología convencional, que utiliza los transistores como pieza básica, este desarrollo alcanzará pronto sus límites. La alternativa para que el progreso no se detenga es crear los dispositivos de almacenamiento a escala molecular, nuevos métodos de cálculo, interruptores moleculares y cables de tubos de carbono estirados.Lo que se conoce como ordenadores cuánticos. Empresas como IBM,Intel o Hewlett-Packard están desarrollando nuevos modelos de este tipo de componentes que permitirían crear dispositivos más potentes,pequeños y baratos. Tan importante como la velocidad de procesamiento es la capacidad de almacenamiento. Eso lo sabe bien Nantero, una empresa de nanotecnología que trabaja en el desarrollo de la NRAM. Se trata de un chip de memoria de acceso aleatorio no volátil y basada en nanotubos. Sus creadores aseguran que podría reemplazar a las actuales memorias SRAM, DRAM y flash, convirtiéndose en la memoria universal para teléfonos móviles, reproductores MP3, cámaras digitales y PDAs.

 

Por su parte, investigadores de la Texas A&M University y del Rensselaer Polytechnic Institute han diseñado un tipo memoria flash de nanotubo que tiene una capacidad potencial de 40 gigas por centímetro cuadrado y 1000 terabits por centímetro cúbico. Y la compañía Philips trabaja en una nueva tecnología de almacenamiento óptico que permite el almacenaje de hasta 150 gigabytes de datos en dos capas sobre un medio óptico similar a los actuales DVDs.

Todo esto suena muy bien y parece cosa de ficción pero lo más importante son algunas de las funciones que pueden llegar a desempeñar estos dispositivos: Nanobots pez impresos en 3D para curar enfermedades y acabar con la contaminación Hoy vamos a hablar de la alianza entre nanotecnología e impresión 3D que ha conseguido crear los sorprendentes nanobots nadadores de la Universidad de California, que un día podrían servir para maravillas tales como curar enfermedades o limpiar aguas contaminadas. La tecnología de impresión 3D utilizada es enormemente versátil y capaz de imprimir cientos de nanobots de diversas formas en unos segundos y daría como resultado nanobots que se desplazan de una forma radicalmente distinta a los que se utilizan en la actualidad, que suelen utilizar microturtubinas, microhélices o microcohetes y que, por sus diseños demasiado simples (suelen ser apenas esferas o cilindros) están muy limitados en cuanto a las operaciones que son capaces de llevar a cabo. Los nanobots de un tamaño inferior al del ancho de un pelo humano se moverían en una solución de peróxido de hidrógeno, y se les habría instalado nanopartículas de platino en la cola, que les permitirían propulsarse al reaccionar con el peróxido de hidrógeno, así como nanopartículas de hierro en su cabeza que les permitirían dirigirlos de forma magnética.

Para probar la efectividad de su diseño, los nanoingenieros realizaron una prueba de concepto consistente en dotar a los nanopeces de nanopartículas neutralizadoras de toxinas, como las que se encuentran en el veneno de las abejas, y ponerles a nadar en una solución en la que se encontraban dichas toxinas. Los nanobots no sólo fueron capaces de limpiarlas con enorme efectividad, sino que en el proceso las toxinas se convertían en fluorescentes, lo que permitía su monitorización. Los propios nanoingenieros sugieren el uso de su diseño para encapsular medicamentos en los nanopeces y utilizarlos para distribuirlos de forma precisa por el cuerpo humano.

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Hace unos días teníamos conocimiento del trabajo de investigadores que habrían creado nanobots fabricados con polímeros y nanocables magnéticos, capaces de ser introducidos en el torrente sanguíneo humano y teledirigidos en su interior para detectar células cancerígenas y liberar medicamentos sobre ellas. Al utilizar un campo magnético para desplazarse, los nanobots carecerían de motor, por lo que podrían transportar una mayor cantidad de medicamento que otros modelos desarrollados con anterioridad. El proyecto aún se encontraría pendiente de ser probado en seres vivos. Investigadores habían sido capaces de dirigir nanobots basados en zinc en el interior de un ratón vivo. Dichos nanobots, apenas del tamaño del ancho de un pelo humano, serían aptos para sobrevivir en un entorno gastrointestinal sin ser eliminados. Además, serían capaces de autopropulsarse y de autodestruirse cuando hubieran cumplido con su trabajo, sin dejar ningún tipo de rastro químico en el organismo. Por su resistencia, serían ideales para tratar enfermedades gastrointestinales. De momento, sólo son experimentos en ratones. La primera prueba se realizó durante el 2015 en una persona enferma de leucemia, cuya esperanza de vida alcanzaría tan sólo al verano del año 2015, utilizando robots basados en ADN capaces de localizar de forma autónoma células afectadas por el cáncer. Su principal ventaja sobre las terapias anticáncer convencionales residiría en que los medicamentos podrían ser suministrados directamente sobre las células afectadas, lo que debería aumentar su eficacia, reduciendo los graves efectos secundarios. Podrían aplicarse incluso medicamentos efectivos pero que no están autorizados para el tratamiento contra el cáncer por su excesiva toxicidad, al reducirse la misma mediante la aplicación directa vía nanorrobots. A la fecha de hoy no hay información acerca de los progresos del equipo del Dr. Bachelet en el tratamiento de la persona afectada de leucemia

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