Esta semana finalizaban las clases para los alumnos de segundo de Bachillerato, ya que en los próximos días comenzarán los exámenes globales, antes de terminar definitivamente el curso. Por esta razón, el jueves y el viernes, se aprovechó para tener un momento de encuentro con ellos en los Buenos Días que se celebraron en la cripta del colegio.
Fue un momento muy emotivo en el que se les mostró un vídeo con algunos de los momentos que han vivido a lo largo de los dos años que ha durado su etapa de Bachillerato en el colegio y en que participan los profesores de esta etapa. A modo de despedida, se quiso homenajear a una generación que siempre quedará en el corazón de sus profesores, por eso, al final del vídeo también se les recordó que Salesianos Atocha «siempre será su casa», la de todos aquellos que ahora están a punto de decirnos hasta luego.
Asimismo, el coordinador de Pastoral de la sección, Juan Luis Herrero, les leyó una carta que les había escrito, en la cual ponía de manifiesto las emociones que se tienen ante un momento tan especial, ya que los dos cursos que han vivido los alumnos de esta sección, no han sido los más fáciles, por motivos que no es necesario evidenciar. La misiva dedicada a nuestra ‘promoción de la mirada’ decía lo siguiente:
«Muy buenos días a todos
Después de todo un año buscando las palabras adecuadas para nuestros lunes y martes por megafonía es un placer compartir este último momento de Buenos Días y seleccionar, aún más si cabe, las letras apropiadas para empezar a poner punto y final a esta etapa tan bonita. Creedme que este momento de despedida es también especial para mí. Poder dirigiros la palabra aquí, en nuestra cripta, y ahora, a final de curso, es algo importante, un privilegio para cualquier educador, otro regalo que me hace la profesión. Y en este último instante quería poder compartir una reflexión sobre dos conceptos en los que he estado pensando en los últimos días: la mirada y el lujo.
Nunca he clasificado a ninguna promoción con ningún término. A vosotros sería fácil hacerlo bajo el poco original pseudónimo de ’Generación Covid’ pero me gustaría mucho más que, de tener un apelativo, este fuera y así pasarais a la posteridad como la ‘generación de la mirada’. Más allá de la toma diaria de temperaturas los ojos se han convertido en el mejor termómetro de nuestros sentimientos. Nos hemos aprendido a reconocer por apenas una tercera parte de nuestro rostro. Hemos aprendido a descifrar preocupaciones y sonrisas por el brillo de los ojos y a través de la mirada hemos penetrado en el corazón del otro. Decía William Shakespeare que: “frente a las palabras, que están llenas de falsedad o de arte, la mirada es el lenguaje del corazón”. Tal vez hayamos redescubierto el potencial de la mirada en un curso en el que se nos invita a otear a un futuro, que ahora nos genera desconfianza e incertidumbre, pero que debemos mirar y afrontar con optimismo. Una época fantástica la que está por venir, tiempo para volar libres, sin la protección de las cuatro paredes del colegio, prolongación de vuestro hogar, donde habéis pasado tantas y tantas horas. Ahora os toca salir y abrir vuestra mente a lo que esté por venir, transformar vuestra mirada. Marcel Proust decía que: “el único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”. Que lo aprendido durante estos meses sirva para que no dejemos de escudriñar la vida con ilusión, sigamos mirándonos a los ojos y que estos mantengan su brillo.
El otro concepto del que quería hablaros es del lujo. Hace unos años, cuando abría yo los ojos al mundo disfrutando de los primeros años en la universidad, escuché al por entonces mejor cocinero del mundo, Ferrán Adriá, hablando de este término. Decía que el lujo se podía encontrar del mismo modo acudiendo a un restaurante tres estrellas michelín como al disfrutar de ese cuscurro de pan recién horneado que uno arranca con la mano nada más salir de la panadería. Desde esta perspectiva el lujo no se encuentra tanto en el valor de las cosas, en lo material o inalcanzable de las mismas, sino en nuestra capacidad de disfrutar de ellas, incluso en lo más sencillo, valorándolas por la satisfacción que nos producen. Y de verdad que este curso ha sido un verdadero lujo. Un regalo.
Cuando te dedicas a este mundo de la docencia lo haces contando con la incomprensión de muchos que no aciertan a entender por qué quieres dedicar tu vida a trabajar con chavales de 17 y18 años. Personas que ven en esta profesión la lucha entre generaciones y formas distintas de entender la vida, que creen que el verdadero lujo de nuestra profesión es tener dos meses de vacaciones y desconocen que lo que realmente valoramos, lo que nos satisface, el Lujo, con mayúsculas, es compartir cada uno de nuestros días con jóvenes como vosotros, personas con nombre, apellidos y circunstancias. Jóvenes como Sara, David, Carlos, Sasha, Leyre, Mari Carmen, Mónica, Claudia… jóvenes con nuevos pensamientos e inquietudes, distintas ideologías y diferentes maneras de afrontar la vida, personas que nos transforman, nos transformáis, que nos mantienen vivos y nos cuestionan nuestras seguridades y certezas.
Es un regalo veros cuidar de los vuestros, ayudar a los profesores, saber, al compartir momentos de tutoría o de charla informal, que os hacéis cargo de la casa, del hermano pequeño, del negocio familiar si es necesario, demostrando una madurez a ojos de muchos inexistente. Ver cómo os mostráis preocupadas y preocupados por vuestros novios y novias cuando flojean, cuando les sobrevienen los problemas, es digna de admiración y agradecimiento vuestra disponibilidad, siendo solidarios cuando se os requiere. Y qué decir de cuando habéis abierto vuestro corazón ante un profesor que quiere ir con vosotros en este proceso del acompañar. Otro enorme regalo en este curso.
El curso pasado nos sirvió para tomar conciencia de algo que parece evidente y es lo poco que somos sin vosotros, cuánto nos perdemos si no existe ese contacto entre profesor y alumno, si desaparecéis de la ecuación. Por eso, insisto, poder compartir con vosotros todo esto, cada día, ha sido y es un lujo que los profesores debemos paladear, no solo por lo exclusivo sino por cuanto tiene de regalo, aún siendo quizás de esa exclusividad, de estar entre los privilegiados que nos dedicamos a esta profesión, de donde derive el escepticismo de muchos hacia nuestra tarea y hacia una juventud, a la que creen conocer por referencias pero a la que no tienen la suerte de acercarse en su día a día.
Ahora, es cuando os toca dejar el colegio y abandonarnos, tenéis muchas ganas de hacerlo y para nosotros no hay mayor éxito que lo hagáis, que terminéis el curso y emprendáis nuevos retos, ¡qué mayor desafío hoy por hoy que elegir carrera, universidad, y empezar a vivir el futuro. Como último mensaje me gustaría deciros que, en ese futuro que comenzáis, sigáis disfrutando de la vida, sigáis trabajando duro. Soñad con grandes cosas y sed felices. Haced la vida más fácil a quienes os rodean. Vivid en cada momento lo que os toque vivir, con optimismo, disfrutando de lo que llegue, el amor, las clases y las noches de fiesta, que llegarán. Llevad lo vivido y vuestra salesianidad por bandera. Seguid siendo jóvenes, más allá de los años que vayáis cumpliendo, con la mente abierta para entender a aquellos que en un futuro tengan 17 años y, así, cuando volváis la mirada atrás, cuando nos visitéis en un futuro y nuestras miradas se vuelvan a cruzar, sin mascarillas, reconozcamos el corazón del otro y el lujo de haber compartido este camino».
Juan Luis Herrero Sánchez
Por su parte, la directora pedagógica de Bachillerato, Marta Montero, también les dirigió unas palabras al final de los Buenos Días. Montero quiso poner en valor a una «promoción de valientes» que han sabido hacer frente a dos cursos muy complicados con todo lo que ha conllevado en cuanto a adaptación a nuevas metodologías y a las medidas higiénico-sanitarias, que han estado presente en nuestra vida diaria. Destacó que el alumnado se ha implicado desde el principio demostrando madurez y responsabilidad, y lo han hecho desde la admiración de toda la comunidad educativa.
La directora pedagógica también ha resaltado el concepto de hogar para estos alumnos que están a punto de abandonar el centro, ya que Salesianos Atocha, siempre será la casa de todos y cada uno de ellos.