Auschwitz no solo fue el mayor campo de concentración y exterminio nazi, sino también el más letal de todos ellos: más de 1.100.000 personas fueron asesinadas tras sus alambradas.
Convertido en el símbolo inequívoco de los horrores cometidos por la Alemania nazi, sus restos e historia sirven hoy como advertencia universal de los peligros derivados del odio, la intolerancia y el antisemitismo y nos confrontan, asimismo, con los límites de la barbarie humana.