Me llamo Rafael ,tengo 49 años, soy padre de 4 hijos.Estuve en una reunión de padres y nos hablaron del voluntariado, necesitaban padres voluntarios para acompañar a los alumnos menores de edad.Me apunté entusiasmado pues siempre he querido hacer voluntariado y esta era una buena ocasión.Como dispongo de coche me ofrecieron la visita a la casa de Don Orione de Pozuelo de Alarcón.Me advirtió vuestra profe Marta que era el voluntariado más impactante. Y tenía razón.Yo ,que ya estoy un poco talludito y bastante baqueteado por la vida,nunca olvidaré esta experiencia.Cuando entramos al pabellón azul (la residencia está dividida por colores) dije para mi !Dios mío, donde me he metido! Había oido hablar de los disminuidos psíquicos , pero no me esperaba que fuera tan crudo.! Estos son los verdaderos renglones torcidos de Dios ! Había unos 10 inquilinos, todos discapacitados psiquicos, no violentos y escasamente comunicativos. Además tres eran ciegos y otro ciego y sordomudo.
Estaba acompañado de dos compañeros vuestros (Jorge y Ángela) y no debía echarme atrás. Enseguida nos presentaron a las cuidadoras y a los inquilinos.Les ayudamos a dar la merienda y ponerse los abrigos y a pasear a la Casa de Campo. Nuestra labor era acompañar a una de las cuidadoras que era muy competente (y una santa). Jorge ayudaba a un chico con síndrome de Down ciego y con dificultad para andar pero que ponía mucho empeño en ello y por ello acabó sudando. Ángela llevaba de la mano a dos inquilinos, uno parecía autista , observaba todo, no decía nada y estaba pensativo como un filósofo. A mí me tocó acompañar a un hombre ciego llamado Curiel, que iba gruñendo y que se arrancaba cada cinco minutos un trozo de camiseta. Era su manía. Por lo visto le daban una camiseta nueva cada día.
Al principio impresiona pero luego te acostumbras y lo ves normal. El hombre se apañaba muy bien y no tropezó ni una sola vez. La cuidadora llevaba a dos inquilinos de la mano pues tenían poco equilibrio. Uno de ellos , » Miguelón», estaba todo el rato sonriendo de oreja a oreja con una sonrisa tan inocente que te transmitía muchísima ternura. Según nos contó la cuidadora le entusiasman los coches , los camiones y todos los deportes que se han inventado y echan por la tele. Después de un rato llegamos a la Casa de Campo, descansaron en un banco, charlamos un rato y vuelta para el hogar.
Fue una experiencia inolvidable pues ayudar a estas personas tan desvalidas te eleva la autoestima. Estábamos entusiasmados. Los inquilinos a pesar de estar en su mundo y apenas comunicarse se aferran a la vida con anhelo. Estoy deseando volver para echar una mano. Ellos nos necesitan. Vuestros compañeros de estudios me impresionaron por su gran entereza, ternura, valentía y madurez.! Para quitarse el sombrero!
Desde aquí os animo a que participéis en cualquier voluntariado. Si no podeis hacerlo, siempre se puede ayudar al prójimo (nuestros padres, hermanos, abuelos, vecinos, compañeros…) y como dice mi mujer esta bien ir al hogar de Don Orione pero no hay que olvidarse de nuestra abuelita que está sola en casa.